Tras las reflexiones sobre el laberinto español, cabe hacer una consideraciones complementarias.
Ya hemos visto que el problema catalán viene de antiguo, y ya desde el siglo XVII, por lo menos, hay una desafección mutua Cataluña-resto de España.
Esta desafección ha ideo creciendo con los siglos, y hemos llegado en este octubre de 2017 a una situación límite, con la aplicación del art.155 y la no asunción por los independentistas más sedicentes, de los decretos gubernamentales.
Como los separatistas más radicales no se sienten españoles, para ellos no parece rezar esta tutela de su autonomía por el Estado.
Han de intervenir los mecanismos judiciales, que seguro implicarán fuertes sanciones a los rebeldes, lo que de una parte es una necesidad pero de otra, se enconará más el problema.
Parece todo un callejón sin salida.
A mi modo de ver la solución del problema catalán, aunque sea lenta, costosa y dura, solo puede pasar por la aplicación de lo que sería una "pedagogía de la unidad", tema que acaso no se haya estudiado a fondo por los insignes analistas políticos.
La Pedagogía, uno de cuyos padres es un español, Quintiliano, es una ciencia muy práctica y cultivadora de valores inmarcesibles, humanos y morales. Su aplicación, como pedagogía política, a la situación de Cataluña. puede ser muy útil.
Como el desarrollo es complejo, ahora solamente daré unas ideas iniciales.
En las ciencias de la educación hay una rama que es "Política educativa". Tiene muchas posibilidades prácticas, además de las teóricas.
Se ha de empezar ya a practicar una pedagogía de la unidad, con dialogo, comprensión, paciencia y espíritu elevado y constructivo, rompiendo esa "maldición" de las dos Españas, que nos acosa.
Hay que comprender a Cataluña, y al tiempo Cataluña ha de comprender al resto de España. Es mucho lo que une a ambas partes. Pero hay que encontrarlo y profundizar en ello, pues descubriendo unos puntos comunes, por pequeños que sean inicialmente, se va agrandando el radio de acción.
Con humildad, comprendiendo los fallos de unos y otros y procurando enmendarlos.
El Gobierno ha de "entrar"en Cataluña, convivir con su con su esencia, sus estructuras, comprender la importancia que para los catalanes tienen sus tradiciones, amarlas, difundirlas, valorarlas...
A los catalanes les gusta que se alabe todo lo mucho y bueno que tienen. Y España, el resto de España, ha de darles a conocer también lo mucho y bueno que hay allí.
Uniendo los tesoros, lo mejor de cada parte, puede andarse el camino.
Un Gobierno se precisa, que se "arremangue", acuda a las fiestas y tradiciones catalanas, las valore, se hermane, las comprenda, las alabe... Eso es muy importante. Quizá lo que más.
Y que se destierre la educación sectaria de apología de la separación, esa historia falsa... Urge una aplicación de un programa educativo integrador para toda España.
Solo son unos apuntes. Hay aún mucho que decir.
Pero creo que ese es el camino.
Buenos días, amigos, en este 29 de octubre de 207.
¿El primer día de la esperanza? Quizás; la meta está lejana...